jueves, 23 de octubre de 2014

Patacabras Jubiladas: José Rincón Bazán


En la mañana del miércoles 22 de octubre de 2014 nos visitó José Rincón Bazán, para hacer entrega de su Patacabra Jubilada.

Nacido el 19 de febrero de 1947, su trayectoria profesional en el sector de la piel comienza a la edad de nueve años, con Eladio Pereira Álvarez, cuya petaquería estaba en la Avenida de la Diputación. Allí recuerda que en sus comienzos las primeras faenas que desempeñó fueron los "mandaos" y la limpieza de las liaras, quitándoles esos engrudos de almidón que se endurecían y formaban grandes costras. Tras un periplo breve, pasó por la fábrica de Castro y Ortega en la calle Botica, la fábrica de Gutiérrez "Hispania" y la fábrica de Pepe Esteban. Una de las anécdotas que nos relata de su etapa infantil y sin dejar todavía los "mandaos", es cuando Pepe Estaban lo mandó por mil pesetas al banco y se puso a jugar a los "bolindres" (canicas de barro) cuando ya había sacado el dinero. Su distracción en ese juego tan atrayente para cualquier niño de su edad le hizo perder la noción del tiempo, además de ochocientas pesetas de las mil, que se escurrieron por el forro de su bolsillo que no se había zurcido. La bronca de Pepe fue mayúscula.
Uno de los primeros oficiales que le enseñaron algunas nuevas faenas fue José Arenas, con quien aprendió a hacer pasadores y correíllas, y recuerda cómo ya el que lo fue encaminando en las diferentes faenas fue Cándido "el Zurrapa", que le enseñó cómo coger arrugas, hacer bien los picos y soltarse algo en estos menesteres. Marcha más tarde a la fábrica de Juan Moreno, donde permanece poco tiempo pues le ofrecen entrar a formar parte de la plantilla de Francisco Jaén Hidalgo. Allí le dieron de alta por primera vez en 1964.
En este tiempo marcha al servicio militar. Cuando vuelve, monta una fábrica Manuel Coronil, donde se trabaja para la marca Loewe. Recuerda a uno de sus maestros, Antonio Guerrero, y más tarde Fernando Martel, ambos exigentes a la hora del acabado de las piezas. En esta empresa permaneció desde el año 1972 hasta 1984, en que se cerró.
Su siguiente empresa fue la fábrica de Piña, trabajando para firmas como Cartier, y después la aparcería de Alfonso Maza y Antonio Núñez. Cuando ésta se disolvió, se fue con Antonio Núñez, donde siempre trabajó en las piezas pequeñas.
Y por último quiere hacer mención al fabricante Antonio Pérez Álvarez, por buena persona, de trato humano y mejor petaquero, al que siempre recordará por esas cualidades, que hacían que cualquiera que trabajara a su lado lo defendiera sin ninguna duda.
Su patacabra ya cuelga a la entrada de nuestro Museo con el número 64.   






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